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jueves, 26 de mayo de 2011

Aprende como suprimir las preocupaciones y disfrutar de la vida

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INTRODUCCIÓN

COMO Y POR QUE FUE ESCRITO ESTE LIBRO


En 1909, yo era uno de los jóvenes más desgraciadosde Nueva York. Me ganaba la vida vendiendo camiones.
No sabía qué era lo que hacía andar a un camión. Y estono era todo: tampoco quería saberlo. Despreciaba mioficio. Despreciaba mi barata habitación amueblada dela Calle 58 Oeste, una habitación llena de cucarachas.
Recuerdo todavía que tenía una serie de corbatascolgando de la pared y que, cuando tomaba una de ellaspor las mañanas, las cucarachas huían en todas direcciones. Me deprimía tener que comer en restaurantes baratos y sucios que probablemente también estaban infestados de cucarachas.

Volvía todas las noches a mi solitaria habitación conun terrible dolor de cabeza, un dolor de cabeza que eraproducto de la decepción, la preocupación, la amarguray la rebeldía. Me rebelaba porque los sueños que habíaalimentado en mis tiempos de estudiante se habían convertido en pesadillas.

¿Era esto la vida? ¿Era esto laaventura que había esperado con tanto afán? ¿Era estolo que la vida significaría siempre para mí: trabajar enun oficio que desdeñaba, vivir con las cucarachas, ali-
mentarme con pésimas comidas, sin esperanzas para elfuturo? Ansiaba tener ocios para leer y para escribir loslibros que había soñado escribir en mis tiempos de estudiante.

Sabía que tenía mucho que ganar y nada que perdersi abandonaba el oficio que despreciaba. No me interesaba hacer mucho dinero sino vivir intensamente. Enpocas palabras: había llegado al Rubicón, al momentode la decisión que enfrentan la mayoría de los jóvenescuando se inician en la vida. En consecuencia, tomé unadecisión, una decisión que cambió completamente mifuturo. Hizo mis últimos treinta y cinco años más felicesy compensadores que en mis aspiraciones más utópicas.

Mi decisión fue ésta: abandonaría el trabajo que odiaba y, como había pasado cuatro años en el Colegio Normal del Estado de Warrensburg, Missouri, preparándomepara la enseñanza, me ganaría la vida enseñando en lasclases de adultos de las escuelas nocturnas. De este modotendría mis días libres para leer libros, preparar conferencias y escribir novelas y cuentos. Quería "vivir paraescribir y escribir para vivir".

¿Qué tema enseñaría a los adultos por las noches? Alrecordar y evaluar mi preparación universitaria, vi que eladiestramiento y la experiencia que tenía como oradorme habían servido en los negocios —y en la vida— másque el conjunto de todas las demás cosas que había estudiado.

¿Por qué? Porque habían eliminado mi timidezy mi falta de confianza en mí mismo y me habíanprocurado valor y aplomo para tratar con la gente. Tam-
bién me habían hecho ver que el mando correspondepor lo general a la gente que puede ponerse de pie y decir lo que piensa.

Solicité un cargo de profesor de oratoria en loscursos nocturnos de ampliación de las Universidades deColumbia y Nueva York, pero las dos decidieron que podían arreglarse sin mi ayuda.

Quedé entonces decepcionado, pero ahora doy graciasa Dios de que me rechazaran, porque comencé a enseñaren las escuelas nocturnas de la Asociación Cristiana deJóvenes, donde tenía que obtener resultados concretos y obtenerlos rápidamente. ¡Cómo me vi puesto aprueba! Estos adultos no venían a mis clases en busca detítulos universitarios o de prestigio social.

Venían poruna sola razón: querían resolver sus problemas. Querían sercapaces de ponerse de pie y decir unas cuantas palabras en unareunión de negocios sin desmayarse de miedo. Losvendedores querían poder visitar a un cliente difícil sin tenerque dar tres vueltas a la cuadra concentrando valor.

Queríandesarrollar el aplomo y la confianza en sí mismos. Queríanprogresar en sus negocios. Querían disponer de mas dineropara sus familias. Y como pagaban su instrucción a plazos dejaban de pagar si no obtenían resultados—, y a mí se mepagaba sólo un porcentaje de los beneficios, tenía que serpráctico si quería comer.

En aquel tiempo me dije que estaba enseñando encondiciones desfavorables, pero ahora comprendo queobtenía un adiestramiento magnífico. Tenía que motivar amis alumnos. Tenía que ayudarles a resolver susproblemas. Tenia que hacer cada sesión tan interesanteque provocara en ellos el deseo de continuar.

Era un trabajo que me entusiasmaba y que me gustaba.
Quedé atónito al ver cuán rápidamente estos profesionalesdel comercio adquirían confianza en sí mismos y seaseguraban en muchos casos ascensos y aumentos deremuneración. Las clases iban constituyendo un triunfoque excedía de mis esperanzas más optimistas. Al cabo detres sesiones, la Asociación Cristiana de Jóvenes, que mehabía negado un salario de cinco dólares por noche, meestaba pagando treinta dólares por noche de acuerdo con elporcentaje. En un principio enseñé sólo oratoria, pero conel correr de los años vi que estos adultos tambiénnecesitaban la habilidad de ganar amigos e influir en laspersonas. Como no podía encontrar un texto adecuadosobre las relaciones humanas, lo escribí yo mismo. Fueescrito... Pero no, no fue escrito al modo habitual: surgióde las experiencias de los adultos en estas clases. Lo llaméCómo ganar amigos e influir sobre las personas.


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